Inteligencia emocional: autoconocimiento

Inteligencia emocional: autoconocimiento

"Según explica un viejo relato japonés, un samurai desafió a un anciano maestro zen a que le explicara los conceptos del cielo y el infierno. Pero el monje replicó con desprecio: No eres más que un tonto y no puedo malgastar mi tiempo con tus tonterías! El samurai, herido en su honor, en medio de un ataque de cólera y, desenvainando la espada, exclamó: Tu impertinencia te costará la vida. Esto - replicó entonces el maestro - es el infierno! Conmovido por la exactitud de las palabras del maestro sobre la cólera que la estaba golpeando, el samurai se calmó, envainó la espada y se dejó caer ante él, agradecido. Y eso - concluyó el maestro -, ¡esto es el cielo!.
El repentino reconocimiento del samurai de su propia agitación ilustra a la perfección la diferencia crucial existente entre quedarse atrapado por un sentimiento y darse cuente de que uno está siendo arrastrado por él. La enseñanza de Sócrates "Conócete a ti mismo" - darse cuenta de los propios sentimiento en el mismo momento en que estos tienen lugar - constituye la piedra angular de la inteligencia emocional" (Goleman, 1996, pg. 85)

En el artículo anterior sobre las emociones describimos las nociones básicas, esto es un primer conocimiento necesario para llegar a una buena regulación emocional. Pero lo que es más importante es profundizar en el autoconocimiento. A primera vista pensamos que nuestros sentimientos son evidentes, pero si hacemos una reflexión más precisa recordaremos muchas ocasiones en las que realmente no hemos sido conscientes - o nos hemos dado cuenta demasiado tarde - sobre lo que sentíamos respeto algo.

Un ejercicio que podemos hacer, para nosotros mismos, es concentrarnos cada semana en trabajar una emoción diferente. Si hacemos por ejemplo la semana de la rabia se trata de describir cada día una situación diferente que haya sido injusta para mí, lo que pensé, lo que sentí (no olvidemos la parte corporal) y como reaccioné. Una vez "en frío" también podemos analizar cómo reaccionaría o solucionaría ahora la situación, si lo haría de manera diferente. La semana siguiente podemos concentrarnos en contestar de esta otra forma ante la rabia y probar estas nuevas alternativas que hemos visto "en frío". Este ejercicio se repite semana a semana con las diferentes emociones.

Si detectamos algo que no nos gusta y nos gustaría cambiar, es a partir de este conocimiento, hacerse consciente de cómo reacciono ante las situaciones, que podremos cambiarlo. Y lo que es importante también es que, a través del autoconocimiento y de entender y comprender cómo me afectan las circunstancias que pasan a mi alrededor nos volvemos más tolerables con nosotros mismos y, si somos más tolerables con nosotros mismos, también lo seremos con aquello y aquellos que nos rodean.

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