El poder de las palabras

Hace poco fui testimonio indirecta de un debate entre un grupo de amigos. Uno de ellos había leído que la mayoría de las mujeres fantaseamos con ser violadas. No negaré que si haces una búsqueda básica y rápida en muchos lugares lo afirma y explica. Pero que Internet diga que es cierto no significa que sea información fiable y menos que las palabras usadas sean las correctas. Vamos a hablar de ello...

En primer encuentro importante definir bien el significado de violación:

"Delito de los llamados contra la libertad sexual, consistente en yacer con una persona sin su consentimiento".

Es un acto brutal de invasión de la intimidad y el cuerpo propio de una persona que seguro tendrá consecuencias traumáticas.

En segundo lugar hay que definir el concepto de fantasía sexual como la "representación mental de los deseos". Tú las elaboras, tú las dominas, son tuyas y tú decides. Tú puedes fantasear en que te cruzas un extraño por la calle, desconocido y que viene a por ti y quiere tener sexo. Tú no quieres y te domina. Pero en realidad es un juego para que lo estás deseando y te está gustando. La fantasía es tuya, tú mandas y consientes.

Para la víctima de una violación no es ningún juego, no hace gracia, no quiere, no decide, no manda, no consiente. No gusta sino que repugna, no hay placer sino dolor. Debido a este mal uso de las palabras, equiparando una violación con una fantasía y obviando su verdadero significado para usarlas a la torera, se crean y perpetúan los mitos de "es que ella realmente quería", "lo estaba buscando "," ya sabemos que cuando una mujer dice no en realidad es si "," se les debe insistir "... Y me gustaría que no nos excusáramos con la frase" va ... es una manera de hablar. Tú ya me entiendes ". No, no te entiendo. No quiero ser violada y dudo que alguna mujer lo quiera.

Este post es una llamada al respeto a todas las personas que han sido agredidas en algún momento de su vida. Es una llamada a la coherencia y la responsabilidad a la hora de utilizar las palabras. Porque las palabras son poderosas, pueden hacer mucho bien o herir.

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